De no debo a ¿cómo puedo?
Sabemos los errors del pasado pero ¿cómo podemos segúir adelante?
Cuando salió de la escuela secundaria, no iba directamente a la Universidad como todos mis compañeros de clase con la seguridad de una experiencia típica, sino a una aldea en las montañas de Guatemala para trabajar como voluntario en una parroquia Católica.
Agradezco mucho que llegue a trabajar con una programa y grupo de voluntarios en que el enfoque de lo que hicimos era redefinir y repensar activamente el rol de los voluntarios globales. Juntos, nuestro grupo de voluntarios leímos sobre la cultura Guatemalteca, la teología Católica, cómo el servicio global ha tendido de hacer más daño a las comunidades y personas que aspira a “ayudar”, y además leímos sobre el genocidio en Guatemala y de la responsabilidad del Gobierno de los E.E.U.U en apoyar los gobiernos opresivos y violentes de muchas países latinoamericanas. En cambio a otras programas de servicio global, no trabajamos con niños “enseñándoles”, no construíamos un edificio indispensable, y no introducimos nuevas programas de salud para salvar a la comunidad de una enfermedad u otra. A cambio, durante los cinco meces que vivía en San Lucas, trabajaba en la cocina de la parroquia lavando trastes y matando a millones de cucarachas para que el grupo de cinco mujeres mayas podrían cocinar comida riquísimo para los demás. Y a lo largo de los cinco meces que vivía en San Lucas Tolíman, ni el tiempo después, nunca sentía que mi tiempo allí importaba.
Por muchas razones creo que lo que experimentó es mejor que haber venido y trabajado unos meces “enseñado” y “ayudando” y luego, haber regresado a mi comunidad en Colorado con la noción que hice algo importante. Pero al mismo tiempo, como un joven de solo dieciocho años quedaba con una bloque en la mente y corazón, porque sabía todas las maneras en que el servicio voluntario global puede causar más daño que bueno y reconocía que personalmente no tenía ningún talento notable para contribuir.
--
Años después del tiempo que pasé allí en San Lucas Tolíman ahora estoy estudiando bajo la programa de Paz y Conflicto en UC Berkeley.
Otra vez, agradezco mucho que asisto a una universidad dentro de una programa de estudio en que hablemos mucho de la legacía del “descubrimiento” de las Américas, el colonialismo, la esclavitud, el pos-colonialismo, el neo-colonialismo, las problemas con el U.N., el genocidio, y la desigualdad inherente al capitalismo. A través de todos mis estudios ahora tengo un conocimiento más amplio de la complejidad del mundo en que vivimos. Además, mientras que reconozco que el mundo al presente requiere intervenciones grandes para corregir los errores del pasado, a través de los estudios, también reconozco que como alguien de los Estados Unidos, cualquier acto de participación pueda ser interpretado como el neo-colonialismo. Así que, otra vez, quedo con una bloque en la mente y corazón, paralizada por toda la información y culpa que me siento.
¿Pero qué hago ahora? ¿ Qué hacemos ahora?
Como he dicho a lo largo de este post, agradezco todas las experiencias que he tenido hasta este punto. Agradezco que soy alguien con una plétora de ejemplos de los que no debo hacer, como no debo pensar, y como no debo actuar. Realmente agradezco mucho la perspectiva sobrio que tengo del mundo y de mi lugar dentro de ello. Por lo tanto, esta perspectiva que he desarrollado a lo largo de mi vida gira siempre hacía atrás, hacía el pasado, y nunca me deja pensar en como cambiar el desequilibrio que define el mundo en este momento presente. La perspectiva sobrio no deja espacio para pensar en el futuro.
Pienso que la situación ética y intelectual con que lucho no es una experiencia única, sino: “I will reckon that many college students are very familiar with the obliteration of a simple desire to “reach out and help”, to “make a difference” in another less fortunate life. Many have sat through classes that detail the histories of colonialism and then modernization, and classes that pick up, consider dourly, and then toss aside the goals and pretensions of most development planning. Yet at some point in their earlier education— perhaps as far back as elementary school—they were drawn to the call: you can do good in this world, and to the suggestion: you should work to serve others” (Talwalker 22). En su artículo “What Kind of Global Citizen is the Student Volunteer?” la Profesora Talwalker habla de la manera en que la sociedad, y las universidades en particular, crea una situación conflictiva entre la pedagogía común (el neo-colonialismo y la desigualdad entre el Norte y Sur Global) y el deseo humano de contribuir al mundo. De esta manera, estudiantes como yo luchan con una situación paradójica en que el deseo de contribuir esta completamente en contra a la narrativa presentada por nuestros profesores.
La idea de esta paradoja paralela otro artículo titulado, “Learning to Learn”, en que la Profesora Barili destaca cómo “learners learn best when their heart and brain are not at odds but resonating together, and when they can meaningfully connect their intra- and interpersonal selves” (312). De acuerdo con esta cita, la pedagogía típica que subraya todas las maneras en que uno NO puede contribuir, ignora el deseo natural de los estudiantes de contribuir. Más bien, Barili subraya que cuando los Profesores no ayudan a los estudiantes a desarollar este tipo de deseo y cuando “that desire is not met, move them to change pastures or to give up their natural sense of what is nourishing and what is not” (Barili 313). De hecho, aunque las clases de que hablo no traten de disuadir a los estudiantes, a no pensar en algún remedio, las clases están ignorando, sino también disuadiendo a los estudiantes que quieren ser ciudadanos globales.
En serio, yo nunca tenía ninguna confusión de que iba salvar al mundo o la comunidad en San Lucas Tolíman o cambiar el mundo en general. Así no soy yo. A lo mejor, toda mí vida quería servir a los demás y participar en un mundo más amplio y interconectado, de conocer otra perspectiva del mundo. Así, mientras que sí agradezco la base de conocimiento que tengo a través de Berkeley y mi tiempo en Guatemala, la perspectiva siempre hacía el pasado solo sirve hasta un punto. Mas bien, “Students following their vision and their desire to serve their communities arefundamental motivations in higher educations and must not be treated as optional” (Constitución de clase, Español 102c). En la universidad, necesitamos buscar, experimentar, y innovar nuevas maneras de participar en el mundo, con el ojo al futuro, y no siempre al pasado. A pesar de que la situación presente no ofrece mucha esperanza, estoy de acuerdo con otro estudiante, como yo, que describe a este dilema en un ensayo que escribió. Como ella, “Me doy cuenta de que la teoría y la realidad no son mutuamente excluyentes” (postcolonialismo y chiles). Igualmente, otro autor nota como necesitamos redefinir nuestro interpretación de la misión de una universidad. En la situación presente, las universidades sirven para eseñar, investigar, y también, como algo separado servir al público. Siligsohn propone que a cambio, es necesario repensar y destruir las divisiones entre esas tres misiones: “Colleges and universities do not, in other words, have three missions. They have one: service to the public. They achieve that mission through teaching and research” (Seligsohn
De no debo a ¿cómo puedo?
Sabemos los errors del pasado pero ¿cómo podemos segúir adelante?
Cuando salió de la escuela secundaria, no iba directamente a la Universidad como todos mis compañeros de clase con la seguridad de una experiencia típica, sino a una aldea en las montañas de Guatemala para trabajar como voluntario en una parroquia Católica.
Agradezco mucho que llegue a trabajar con una programa y grupo de voluntarios en que el enfoque de lo que hicimos era redefinir y repensar activamente el rol de los voluntarios globales. Juntos, nuestro grupo de voluntarios leímos sobre la cultura Guatemalteca, la teología Católica, cómo el servicio global ha tendido de hacer más daño a las comunidades y personas que aspira a “ayudar”, y además leímos sobre el genocidio en Guatemala y de la responsabilidad del Gobierno de los E.E.U.U en apoyar los gobiernos opresivos y violentes de muchas países latinoamericanas. En cambio a otras programas de servicio global, no trabajamos con niños “enseñándoles”, no construíamos un edificio indispensable, y no introducimos nuevas programas de salud para salvar a la comunidad de una enfermedad u otra. A cambio, durante los cinco meces que vivía en San Lucas, trabajaba en la cocina de la parroquia lavando trastes y matando a millones de cucarachas para que el grupo de cinco mujeres mayas podrían cocinar comida riquísimo para los demás. Y a lo largo de los cinco meces que vivía en San Lucas Tolíman, ni el tiempo después, nunca sentía que mi tiempo allí importaba.
Por muchas razones creo que lo que experimentó es mejor que haber venido y trabajado unos meces “enseñado” y “ayudando” y luego, haber regresado a mi comunidad en Colorado con la noción que hice algo importante. Pero al mismo tiempo, como un joven de solo dieciocho años quedaba con una bloque en la mente y corazón, porque sabía todas las maneras en que el servicio voluntario global puede causar más daño que bueno y reconocía que personalmente no tenía ningún talento notable para contribuir.
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Años después del tiempo que pasé allí en San Lucas Tolíman ahora estoy estudiando bajo la programa de Paz y Conflicto en UC Berkeley.
Otra vez, agradezco mucho que asisto a una universidad dentro de una programa de estudio en que hablemos mucho de la legacía del “descubrimiento” de las Américas, el colonialismo, la esclavitud, el pos-colonialismo, el neo-colonialismo, las problemas con el U.N., el genocidio, y la desigualdad inherente al capitalismo. A través de todos mis estudios ahora tengo un conocimiento más amplio de la complejidad del mundo en que vivimos. Además, mientras que reconozco que el mundo al presente requiere intervenciones grandes para corregir los errores del pasado, a través de los estudios, también reconozco que como alguien de los Estados Unidos, cualquier acto de participación pueda ser interpretado como el neo-colonialismo. Así que, otra vez, quedo con una bloque en la mente y corazón, paralizada por toda la información y culpa que me siento.
¿Pero qué hago ahora? ¿ Qué hacemos ahora?
Como he dicho a lo largo de este post, agradezco todas las experiencias que he tenido hasta este punto. Agradezco que soy alguien con una plétora de ejemplos de los que no debo hacer, como no debo pensar, y como no debo actuar. Realmente agradezco mucho la perspectiva sobrio que tengo del mundo y de mi lugar dentro de ello. Por lo tanto, esta perspectiva que he desarrollado a lo largo de mi vida gira siempre hacía atrás, hacía el pasado, y nunca me deja pensar en como cambiar el desequilibrio que define el mundo en este momento presente. La perspectiva sobrio no deja espacio para pensar en el futuro.
Pienso que la situación ética y intelectual con que lucho no es una experiencia única, sino: “I will reckon that many college students are very familiar with the obliteration of a simple desire to “reach out and help”, to “make a difference” in another less fortunate life. Many have sat through classes that detail the histories of colonialism and then modernization, and classes that pick up, consider dourly, and then toss aside the goals and pretensions of most development planning. Yet at some point in their earlier education— perhaps as far back as elementary school—they were drawn to the call: you can do good in this world, and to the suggestion: you should work to serve others” (Talwalker 22). En su artículo “What Kind of Global Citizen is the Student Volunteer?” la Profesora Talwalker habla de la manera en que la sociedad, y las universidades en particular, crea una situación conflictiva entre la pedagogía común (el neo-colonialismo y la desigualdad entre el Norte y Sur Global) y el deseo humano de contribuir al mundo. De esta manera, estudiantes como yo luchan con una situación paradójica en que el deseo de contribuir esta completamente en contra a la narrativa presentada por nuestros profesores.
La idea de esta paradoja paralela otro artículo titulado, “Learning to Learn”, en que la Profesora Barili destaca cómo “learners learn best when their heart and brain are not at odds but resonating together, and when they can meaningfully connect their intra- and interpersonal selves” (312). De acuerdo con esta cita, la pedagogía típica que subraya todas las maneras en que uno NO puede contribuir, ignora el deseo natural de los estudiantes de contribuir. Más bien, Barili subraya que cuando los Profesores no ayudan a los estudiantes a desarollar este tipo de deseo y cuando “that desire is not met, move them to change pastures or to give up their natural sense of what is nourishing and what is not” (Barili 313). De hecho, aunque las clases de que hablo no traten de disuadir a los estudiantes, a no pensar en algún remedio, las clases están ignorando, sino también disuadiendo a los estudiantes que quieren ser ciudadanos globales.
En serio, yo nunca tenía ninguna confusión de que iba salvar al mundo o la comunidad en San Lucas Tolíman o cambiar el mundo en general. Así no soy yo. A lo mejor, toda mí vida quería servir a los demás y participar en un mundo más amplio y interconectado, de conocer otra perspectiva del mundo. Así, mientras que sí agradezco la base de conocimiento que tengo a través de Berkeley y mi tiempo en Guatemala, la perspectiva siempre hacía el pasado solo sirve hasta un punto. Mas bien, “Students following their vision and their desire to serve their communities arefundamental motivations in higher educations and must not be treated as optional” (Constitución de clase, Español 102c). En la universidad, necesitamos buscar, experimentar, y innovar nuevas maneras de participar en el mundo, con el ojo al futuro, y no siempre al pasado. A pesar de que la situación presente no ofrece mucha esperanza, estoy de acuerdo con otro estudiante, como yo, que describe a este dilema en un ensayo que escribió. Como ella, “Me doy cuenta de que la teoría y la realidad no son mutuamente excluyentes” (postcolonialismo y chiles). Igualmente, otro autor nota como necesitamos redefinir nuestro interpretación de la misión de una universidad. En la situación presente, las universidades sirven para eseñar, investigar, y también, como algo separado servir al público. Siligsohn propone que a cambio, es necesario repensar y destruir las divisiones entre esas tres misiones: “Colleges and universities do not, in other words, have three missions. They have one: service to the public. They achieve that mission through teaching and research” (Seligsohn) Además, al incorporar el servicio comunitario en la universidad, los profesores pueden influir y sugerir una manera de evitar los errores de que sermonean en las clases. Por lo tanto, el servicio comunitario puede servir como una avenida de poner en acción nuestro aprendizaje de clase, pero de una manera que supone que sí podemos contribuir algo.
Como notamos en nuestra constitución de clase: “The world we inhabit is not a separate entity for us to take to pieces and study about;WE bring forth the world with our perceptions, responses and actions.”
)
Además, al incorporar el servicio comunitario en la universidad, los profesores pueden influir y sugerir una manera de evitar los errores de que sermonean en las clases. Por lo tanto, el servicio comunitario puede servir como una avenida de poner en acción nuestro aprendizaje de clase, pero de una manera que supone que sí podemos contribuir algo.
Como notamos en nuestra constitución de clase: “The world we inhabit is not a separate entity for us to take to pieces and study about;WE bring forth the world with our perceptions, responses and actions.”
Sabemos los errors del pasado pero ¿cómo podemos segúir adelante?
Cuando salió de la escuela secundaria, no iba directamente a la Universidad como todos mis compañeros de clase con la seguridad de una experiencia típica, sino a una aldea en las montañas de Guatemala para trabajar como voluntario en una parroquia Católica.
Agradezco mucho que llegue a trabajar con una programa y grupo de voluntarios en que el enfoque de lo que hicimos era redefinir y repensar activamente el rol de los voluntarios globales. Juntos, nuestro grupo de voluntarios leímos sobre la cultura Guatemalteca, la teología Católica, cómo el servicio global ha tendido de hacer más daño a las comunidades y personas que aspira a “ayudar”, y además leímos sobre el genocidio en Guatemala y de la responsabilidad del Gobierno de los E.E.U.U en apoyar los gobiernos opresivos y violentes de muchas países latinoamericanas. En cambio a otras programas de servicio global, no trabajamos con niños “enseñándoles”, no construíamos un edificio indispensable, y no introducimos nuevas programas de salud para salvar a la comunidad de una enfermedad u otra. A cambio, durante los cinco meces que vivía en San Lucas, trabajaba en la cocina de la parroquia lavando trastes y matando a millones de cucarachas para que el grupo de cinco mujeres mayas podrían cocinar comida riquísimo para los demás. Y a lo largo de los cinco meces que vivía en San Lucas Tolíman, ni el tiempo después, nunca sentía que mi tiempo allí importaba.
Por muchas razones creo que lo que experimentó es mejor que haber venido y trabajado unos meces “enseñado” y “ayudando” y luego, haber regresado a mi comunidad en Colorado con la noción que hice algo importante. Pero al mismo tiempo, como un joven de solo dieciocho años quedaba con una bloque en la mente y corazón, porque sabía todas las maneras en que el servicio voluntario global puede causar más daño que bueno y reconocía que personalmente no tenía ningún talento notable para contribuir.
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Años después del tiempo que pasé allí en San Lucas Tolíman ahora estoy estudiando bajo la programa de Paz y Conflicto en UC Berkeley.
Otra vez, agradezco mucho que asisto a una universidad dentro de una programa de estudio en que hablemos mucho de la legacía del “descubrimiento” de las Américas, el colonialismo, la esclavitud, el pos-colonialismo, el neo-colonialismo, las problemas con el U.N., el genocidio, y la desigualdad inherente al capitalismo. A través de todos mis estudios ahora tengo un conocimiento más amplio de la complejidad del mundo en que vivimos. Además, mientras que reconozco que el mundo al presente requiere intervenciones grandes para corregir los errores del pasado, a través de los estudios, también reconozco que como alguien de los Estados Unidos, cualquier acto de participación pueda ser interpretado como el neo-colonialismo. Así que, otra vez, quedo con una bloque en la mente y corazón, paralizada por toda la información y culpa que me siento.
¿Pero qué hago ahora? ¿ Qué hacemos ahora?
Como he dicho a lo largo de este post, agradezco todas las experiencias que he tenido hasta este punto. Agradezco que soy alguien con una plétora de ejemplos de los que no debo hacer, como no debo pensar, y como no debo actuar. Realmente agradezco mucho la perspectiva sobrio que tengo del mundo y de mi lugar dentro de ello. Por lo tanto, esta perspectiva que he desarrollado a lo largo de mi vida gira siempre hacía atrás, hacía el pasado, y nunca me deja pensar en como cambiar el desequilibrio que define el mundo en este momento presente. La perspectiva sobrio no deja espacio para pensar en el futuro.
Pienso que la situación ética y intelectual con que lucho no es una experiencia única, sino: “I will reckon that many college students are very familiar with the obliteration of a simple desire to “reach out and help”, to “make a difference” in another less fortunate life. Many have sat through classes that detail the histories of colonialism and then modernization, and classes that pick up, consider dourly, and then toss aside the goals and pretensions of most development planning. Yet at some point in their earlier education— perhaps as far back as elementary school—they were drawn to the call: you can do good in this world, and to the suggestion: you should work to serve others” (Talwalker 22). En su artículo “What Kind of Global Citizen is the Student Volunteer?” la Profesora Talwalker habla de la manera en que la sociedad, y las universidades en particular, crea una situación conflictiva entre la pedagogía común (el neo-colonialismo y la desigualdad entre el Norte y Sur Global) y el deseo humano de contribuir al mundo. De esta manera, estudiantes como yo luchan con una situación paradójica en que el deseo de contribuir esta completamente en contra a la narrativa presentada por nuestros profesores.
La idea de esta paradoja paralela otro artículo titulado, “Learning to Learn”, en que la Profesora Barili destaca cómo “learners learn best when their heart and brain are not at odds but resonating together, and when they can meaningfully connect their intra- and interpersonal selves” (312). De acuerdo con esta cita, la pedagogía típica que subraya todas las maneras en que uno NO puede contribuir, ignora el deseo natural de los estudiantes de contribuir. Más bien, Barili subraya que cuando los Profesores no ayudan a los estudiantes a desarollar este tipo de deseo y cuando “that desire is not met, move them to change pastures or to give up their natural sense of what is nourishing and what is not” (Barili 313). De hecho, aunque las clases de que hablo no traten de disuadir a los estudiantes, a no pensar en algún remedio, las clases están ignorando, sino también disuadiendo a los estudiantes que quieren ser ciudadanos globales.
En serio, yo nunca tenía ninguna confusión de que iba salvar al mundo o la comunidad en San Lucas Tolíman o cambiar el mundo en general. Así no soy yo. A lo mejor, toda mí vida quería servir a los demás y participar en un mundo más amplio y interconectado, de conocer otra perspectiva del mundo. Así, mientras que sí agradezco la base de conocimiento que tengo a través de Berkeley y mi tiempo en Guatemala, la perspectiva siempre hacía el pasado solo sirve hasta un punto. Mas bien, “Students following their vision and their desire to serve their communities arefundamental motivations in higher educations and must not be treated as optional” (Constitución de clase, Español 102c). En la universidad, necesitamos buscar, experimentar, y innovar nuevas maneras de participar en el mundo, con el ojo al futuro, y no siempre al pasado. A pesar de que la situación presente no ofrece mucha esperanza, estoy de acuerdo con otro estudiante, como yo, que describe a este dilema en un ensayo que escribió. Como ella, “Me doy cuenta de que la teoría y la realidad no son mutuamente excluyentes” (postcolonialismo y chiles). Igualmente, otro autor nota como necesitamos redefinir nuestro interpretación de la misión de una universidad. En la situación presente, las universidades sirven para eseñar, investigar, y también, como algo separado servir al público. Siligsohn propone que a cambio, es necesario repensar y destruir las divisiones entre esas tres misiones: “Colleges and universities do not, in other words, have three missions. They have one: service to the public. They achieve that mission through teaching and research” (Seligsohn
De no debo a ¿cómo puedo?
Sabemos los errors del pasado pero ¿cómo podemos segúir adelante?
Cuando salió de la escuela secundaria, no iba directamente a la Universidad como todos mis compañeros de clase con la seguridad de una experiencia típica, sino a una aldea en las montañas de Guatemala para trabajar como voluntario en una parroquia Católica.
Agradezco mucho que llegue a trabajar con una programa y grupo de voluntarios en que el enfoque de lo que hicimos era redefinir y repensar activamente el rol de los voluntarios globales. Juntos, nuestro grupo de voluntarios leímos sobre la cultura Guatemalteca, la teología Católica, cómo el servicio global ha tendido de hacer más daño a las comunidades y personas que aspira a “ayudar”, y además leímos sobre el genocidio en Guatemala y de la responsabilidad del Gobierno de los E.E.U.U en apoyar los gobiernos opresivos y violentes de muchas países latinoamericanas. En cambio a otras programas de servicio global, no trabajamos con niños “enseñándoles”, no construíamos un edificio indispensable, y no introducimos nuevas programas de salud para salvar a la comunidad de una enfermedad u otra. A cambio, durante los cinco meces que vivía en San Lucas, trabajaba en la cocina de la parroquia lavando trastes y matando a millones de cucarachas para que el grupo de cinco mujeres mayas podrían cocinar comida riquísimo para los demás. Y a lo largo de los cinco meces que vivía en San Lucas Tolíman, ni el tiempo después, nunca sentía que mi tiempo allí importaba.
Por muchas razones creo que lo que experimentó es mejor que haber venido y trabajado unos meces “enseñado” y “ayudando” y luego, haber regresado a mi comunidad en Colorado con la noción que hice algo importante. Pero al mismo tiempo, como un joven de solo dieciocho años quedaba con una bloque en la mente y corazón, porque sabía todas las maneras en que el servicio voluntario global puede causar más daño que bueno y reconocía que personalmente no tenía ningún talento notable para contribuir.
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Años después del tiempo que pasé allí en San Lucas Tolíman ahora estoy estudiando bajo la programa de Paz y Conflicto en UC Berkeley.
Otra vez, agradezco mucho que asisto a una universidad dentro de una programa de estudio en que hablemos mucho de la legacía del “descubrimiento” de las Américas, el colonialismo, la esclavitud, el pos-colonialismo, el neo-colonialismo, las problemas con el U.N., el genocidio, y la desigualdad inherente al capitalismo. A través de todos mis estudios ahora tengo un conocimiento más amplio de la complejidad del mundo en que vivimos. Además, mientras que reconozco que el mundo al presente requiere intervenciones grandes para corregir los errores del pasado, a través de los estudios, también reconozco que como alguien de los Estados Unidos, cualquier acto de participación pueda ser interpretado como el neo-colonialismo. Así que, otra vez, quedo con una bloque en la mente y corazón, paralizada por toda la información y culpa que me siento.
¿Pero qué hago ahora? ¿ Qué hacemos ahora?
Como he dicho a lo largo de este post, agradezco todas las experiencias que he tenido hasta este punto. Agradezco que soy alguien con una plétora de ejemplos de los que no debo hacer, como no debo pensar, y como no debo actuar. Realmente agradezco mucho la perspectiva sobrio que tengo del mundo y de mi lugar dentro de ello. Por lo tanto, esta perspectiva que he desarrollado a lo largo de mi vida gira siempre hacía atrás, hacía el pasado, y nunca me deja pensar en como cambiar el desequilibrio que define el mundo en este momento presente. La perspectiva sobrio no deja espacio para pensar en el futuro.
Pienso que la situación ética y intelectual con que lucho no es una experiencia única, sino: “I will reckon that many college students are very familiar with the obliteration of a simple desire to “reach out and help”, to “make a difference” in another less fortunate life. Many have sat through classes that detail the histories of colonialism and then modernization, and classes that pick up, consider dourly, and then toss aside the goals and pretensions of most development planning. Yet at some point in their earlier education— perhaps as far back as elementary school—they were drawn to the call: you can do good in this world, and to the suggestion: you should work to serve others” (Talwalker 22). En su artículo “What Kind of Global Citizen is the Student Volunteer?” la Profesora Talwalker habla de la manera en que la sociedad, y las universidades en particular, crea una situación conflictiva entre la pedagogía común (el neo-colonialismo y la desigualdad entre el Norte y Sur Global) y el deseo humano de contribuir al mundo. De esta manera, estudiantes como yo luchan con una situación paradójica en que el deseo de contribuir esta completamente en contra a la narrativa presentada por nuestros profesores.
La idea de esta paradoja paralela otro artículo titulado, “Learning to Learn”, en que la Profesora Barili destaca cómo “learners learn best when their heart and brain are not at odds but resonating together, and when they can meaningfully connect their intra- and interpersonal selves” (312). De acuerdo con esta cita, la pedagogía típica que subraya todas las maneras en que uno NO puede contribuir, ignora el deseo natural de los estudiantes de contribuir. Más bien, Barili subraya que cuando los Profesores no ayudan a los estudiantes a desarollar este tipo de deseo y cuando “that desire is not met, move them to change pastures or to give up their natural sense of what is nourishing and what is not” (Barili 313). De hecho, aunque las clases de que hablo no traten de disuadir a los estudiantes, a no pensar en algún remedio, las clases están ignorando, sino también disuadiendo a los estudiantes que quieren ser ciudadanos globales.
En serio, yo nunca tenía ninguna confusión de que iba salvar al mundo o la comunidad en San Lucas Tolíman o cambiar el mundo en general. Así no soy yo. A lo mejor, toda mí vida quería servir a los demás y participar en un mundo más amplio y interconectado, de conocer otra perspectiva del mundo. Así, mientras que sí agradezco la base de conocimiento que tengo a través de Berkeley y mi tiempo en Guatemala, la perspectiva siempre hacía el pasado solo sirve hasta un punto. Mas bien, “Students following their vision and their desire to serve their communities arefundamental motivations in higher educations and must not be treated as optional” (Constitución de clase, Español 102c). En la universidad, necesitamos buscar, experimentar, y innovar nuevas maneras de participar en el mundo, con el ojo al futuro, y no siempre al pasado. A pesar de que la situación presente no ofrece mucha esperanza, estoy de acuerdo con otro estudiante, como yo, que describe a este dilema en un ensayo que escribió. Como ella, “Me doy cuenta de que la teoría y la realidad no son mutuamente excluyentes” (postcolonialismo y chiles). Igualmente, otro autor nota como necesitamos redefinir nuestro interpretación de la misión de una universidad. En la situación presente, las universidades sirven para eseñar, investigar, y también, como algo separado servir al público. Siligsohn propone que a cambio, es necesario repensar y destruir las divisiones entre esas tres misiones: “Colleges and universities do not, in other words, have three missions. They have one: service to the public. They achieve that mission through teaching and research” (Seligsohn) Además, al incorporar el servicio comunitario en la universidad, los profesores pueden influir y sugerir una manera de evitar los errores de que sermonean en las clases. Por lo tanto, el servicio comunitario puede servir como una avenida de poner en acción nuestro aprendizaje de clase, pero de una manera que supone que sí podemos contribuir algo.
Como notamos en nuestra constitución de clase: “The world we inhabit is not a separate entity for us to take to pieces and study about;WE bring forth the world with our perceptions, responses and actions.”
)
Además, al incorporar el servicio comunitario en la universidad, los profesores pueden influir y sugerir una manera de evitar los errores de que sermonean en las clases. Por lo tanto, el servicio comunitario puede servir como una avenida de poner en acción nuestro aprendizaje de clase, pero de una manera que supone que sí podemos contribuir algo.
Como notamos en nuestra constitución de clase: “The world we inhabit is not a separate entity for us to take to pieces and study about;WE bring forth the world with our perceptions, responses and actions.”